Te escribo porque tengo la certeza de que lo leerás.
20 de agosto de 2011. Ha hecho mucho calor en el día de hoy y anoche no pude dormir muy bien. Intente dormir por el día, y el calor no me dejo. No sé ni porque hago esto, siento que me estoy agarrando de lo poco que me queda de cordura. Cuantas veces escuche "ámame mi vida" justo al llegar a tu casa, cuantas veces grite desde el carro "mira mija! te amo!", cuantas veces escuche "ahí viene mi macho". Hay Dios porque estas cosas duelen tanto. Quizás porque hace 3 semanas te estaba cantando cumpleaños. Quizás porque me senté tantas veces en el balcón a hablarte de la universidad, del trabajo de cómo me iba todo. Pues si el martes me hablabas, me preguntabas por Toño, me decías que no tenías hambre, pero le decías a titi " sabes que cualquier cosa que necesites me llamas". Lo decías tan efusiva y contenta porque genuinamente salía desde el fondo de tu corazón. Ese corazón que crio a varias generaciones, ese corazón que nos buscó a la escuela, que nos hacía papas fritas con pollo y que con tanto empeño se ofrecía para todo lo que necesitáramos. Fue tanto amor el que recibí, tantos consejos y tantos momentos felices que realmente no puedo pensar en nada más.
15 de septiembre de 2011. Ahora creo que entiendo menos. De momento cuando pienso entrar a escribir un poco sobre mi viaje a Panamá me tropiezo con el párrafo anterior como un borrador. Entonces sigo pensando. Ya casi va un mes de aquella noche, en la cual a las 9:20pm sentí que algo se me escapo. Que de pronto cuando pensé que todo iba bien, me había equivocado grandemente. Bueno a quien engaño nunca sentí que las cosas iban bien, pero se siente bien engañarse aunque sea por un instante. Siempre estamos dispuestos a sufrir sabiendo que quizás hay cosas que son irremediables pero pienso que es mejor engañarse pensando que todo mejorara, quien sabe, quizás realmente mejora. Ya va casi un mes y todavía ciento que tengo que leer a Facundo todas las mañanas. A veces me siento y quiero llamarla, pero de nuevo me doy cuenta que quizás no es tan fácil como coger el teléfono llamarle y preguntarle cómo se encuentra. Pero les aseguro que si me contestara le diría una cosa y le preguntaría otra. Le diría: Bendición, te extraño y te amo demasiado. Le preguntaría: ¿Qué piensas sobre todo esto que pasa? No había pasado el novenario y ya venían por tu piel, no se había acabado de rezar cuando ya todo tenia precio. Que feo, ¿no? Nada pero no escribiré esa historia, esa que menciono, le quitaría a todo aquel que sufre una perdida la esperanza que reside en la familia. Y genuinamente no seré el artífice de esa historia.
Por otro lado, quisiera preguntar qué tal es todo, si esto que nos pintan es realidad o si lo que me he sospechado toda la vida es así... ¿qué cosa? Que genuinamente no hay nada. Qué bien es cierto que la energía ni se crea ni se destruye entonces tú te transformaste en el aire que me rodea, en la mujer sentada bajo el árbol y que andas regocijada en una célula de mi cuerpo. Pero más allá de eso, eres parte de la tierra, no de los cielos, que si fuera verdad, genuinamente lo tenías gano y por eso no tendrías que preocuparte. Siempre me reí cuando escuchaba en el rezo que este se hacía para llevar el alma al cielo, yo pensaba: ¿que empujón hay que darle? Si ella tenía el "cielo" gano hace mucho tiempo, que en todo caso ella iría por el carril expreso y que genuinamente todo el que allí estaba más que por el alma de ella rezaba porque su propia alma llegara al tan anhelado paraíso. Y no me encuentro desconsolado, sí, pienso que estas cerca, no tanto como un ángel, mas como siempre estuviste en cada graduación, en cada cumpleaños, en cada tertulia, aunque no sea algo físico, en mis hazañas del futuro siempre estarás. Eres parte de mí, y siempre lo serás. Tu energía esta liberada del cuerpo y ocupa cada rincón de este planeta. Creo que es hora de descansar. Te llevo en la mente, pero también en el corazón. Te amo y te extraño.




