Por alguna razón hoy me levante extrañamente feliz. Después de una semana de tanto, el sábado llega como parte de la pareja que todos anhelamos que nunca termine. Hoy el día se siente sumamente diferente. La cama sigue igual, el piso y el sonido que traspasa mi ventana también siguen igual entonces, ¿qué es diferente? Bueno, quizás puedo comenzar con que anoche tuve uno de esos momentos que nunca se planifican pero cuando suceden sientes que volviste a la vida. Esos que van acompañados de un bonito corazón, palabras que salen de él y lágrimas que demuestran que genuinamente estamos vivos. Ha sido una semana de tanto. Una semana de cumplir, una semana de trabajo, una semana de estudios, una semana para desbordar el alma. Hoy se siente como si el proceso de reestructuración de la vida tomara un giro inesperado, como si hoy comenzara algo totalmente nuevo, no sé. Quizás soy yo, que ya perdí la cordura, aunque pensándolo bien, no sé si cordura fue siempre la condición. Es bien curioso cuando uno toma decisiones para fomentar cambio pero no es hasta que otra persona decide hacerlo que uno dice: "Oye; ¿dónde anda todo?". Hoy me levante así. A pesar de que creo que debo avanzar en mi día, porque las flores de madres no se entregaran solas, siento que debo de tomar un tiempo para sentarme feliz un rato. A veces olvidamos cultivar un poco esos momentos. Creo que después de momentos de molestia, rabia, desconfianza, duda y de enfocar tanto en estos, debemos aunque sea un segundo aprovechar esos en que genuinamente nos sentimos tranquilos y felices. Pensarlos un poco y absorber todo lo que ese momento te da. Desde una cama, desde un sofá, desde la bañera. Hoy es sábado 7 de mayo.
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